Educación

La Casa de la Luma: un hogar para crecer, una alternativa para criar

Silvia, fundadora de este proyecto en Perales del Río, abre las puertas de su casa convertida en espacio educativo. Una propuesta cálida, regulada y cercana que redefine la etapa de 0 a 3 años en Getafe

GETAFE/03 JULIO 2025.- En un tranquilo chalet de Perales del Río, conviven cada día hasta cuatro niños pequeños en un ambiente que se siente más como una segunda casa que como un aula tradicional. Es la Casa de la Luma, el proyecto personal de Silvia, madre, educadora y emprendedora que lleva desde 2012 construyendo una alternativa sólida y cálida al modelo de escuela infantil: la figura de la madre de día.

“Los niños vienen a mi hogar, a una casa preparada para ellos, donde encuentran seguridad, apego y un entorno adaptado a su desarrollo”, explica Silvia. Frente a las instituciones tradicionales, donde las ratios dificultan la atención individualizada, este modelo apuesta por grupos reducidos de un máximo de cuatro menores, de entre 0 y 6 años, aunque su foco está en la etapa 0-3.

La diferencia fundamental es el ambiente. Aquí no hay aulas impersonales ni colas para lavarse las manos. Hay una cocina real, un jardín, juguetes sin pilas ni pantallas, y un espacio que respira cuidado. “Es lo más parecido a su casa, y eso se nota en su bienestar”, afirma Silvia.

Tras más de diez años trabajando en escuelas infantiles, fue la maternidad la que la impulsó a dar el salto. “Con el nacimiento de mis hijos, Lucas y Mateo, empecé a investigar sobre parto respetado, lactancia y crianza consciente. Así descubrí la figura de la madre de día y decidí emprender. La Casa de la Luma lleva su nombre por ellos”.

Una de las claves de su filosofía es el juego libre, que, lejos de ser caótico, está estructurado en un entorno cuidado donde los pequeños eligen su ritmo. “En ese juego sin prisa es donde se desarrolla todo su potencial”, señala. Espacios amplios, materiales no estructurados y tiempos sin prisas permiten que cada niño explore, gatee, suba o se equivoque sin presión.

Pero la Casa de la Luma no es solo un espacio para los niños. “Las familias tienen un papel esencial. Nos comunicamos cada día, compartimos preocupaciones, logros y anécdotas. Al final, somos una pequeña tribu que cría junta”, dice con emoción. La implicación es tan natural que muchas de esas familias siguen en contacto años después. “Te saludan por el barrio, te recuerdan. Al final, dejamos una huella, aunque sea pequeñita”.

Silvia habla también de los retos de emprender en este sector. “Cuando empecé, ni siquiera existía una regulación en Madrid. Fuimos muchas las que, junto con asociaciones, luchamos por un marco legal. Hoy somos un servicio completamente regulado por la Comunidad de Madrid, con inspecciones y requisitos muy claros”.

Pese a ello, la visibilidad sigue siendo uno de los grandes retos. “No salimos en los catálogos educativos municipales, aunque en Getafe hay más madres de día además de mí. Las familias a menudo nos descubren por el boca a boca. Y es una pena, porque somos una opción igual de válida que cualquier escuela infantil, ni mejor ni peor, con nuestras propias características”.

Con la natalidad en descenso y la situación económica incierta, mantener un proyecto con solo cuatro plazas no es fácil. “Es un negocio muy frágil. Pero mi sueño es seguir como hasta ahora, con las plazas llenas y ofreciendo esta opción a las familias que buscan una crianza más cercana”.

Y añade un último deseo: “Que nuestra profesión gane el lugar que merece. Que las familias sepan que existimos, que estamos reguladas y que pueden confiar en nosotras. Cuantas más opciones haya para conciliar, mejor para todos”.

En la Casa de la Luma no hay timbres, sino bienvenidas; no hay fichajes, sino abrazos. Es, en definitiva, un hogar donde crecer.

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